Dentro de la diversidad patrimonial que se preserva tras los muros de la Catedral Metropolitana de Santiago hallamos nuestro fondo de música que salvaguarda una infinidad de partituras manuscritas e impresas desde finales del siglo XVIII hasta la primera mitad del siglo XX.
Alejandro Vera Aguilera, Musicólogo, nos indica que en Chile, este archivo musical es el único que custodia una colección importante de música de la denominada “época colonial”, “exceptuando algunas fuentes de ese período, que se hallan dispersas en otras instituciones, se trata del único acervo al que puedo recurrir si de estudiar partituras se trata”.
“Por esta razón, me he dedicado durante muchos años no solo a catalogar el fondo, sino a estudiar el repertorio que contiene y la vida musical de la institución”, manifiesta Alejandro Vera.
Respecto del contenido almacenado en la Catedral, nos señala que “parte de su importancia es histórica y cuantitativa: se trata del fondo de música más antiguo que hay en el país y uno de los más extensos, si no el más extenso: consta de mil obras sueltas, más de cuatrocientas colecciones, que contienen cada una entre dos y hasta seiscientas obras, y un centenar de fuentes de otro tipo, tratados, etcétera”.
Pero este verdadero tesoro musical no solo es significativo para el contexto nacional.
“Diría que el fondo preserva obras principalmente sacras y de gran interés musical de compositores españoles, entre los que sobresale Antonio Ripa, por su calidad; pero también otros del siglo XIX como Hilarión Eslava y Mariano Rodríguez de Ledesma; con el valor añadido de que, en general, se trata de piezas de estos autores no conservadas en España. Por tanto, el estudio del fondo es relevante no solo para la historia de Chile o Hispanoamérica, sino del mundo de habla hispana en general”, explica Alejandro.
De esa manera, se proyecta a futuro por el creciente interés que despierta la tradición musical de nuestra Iglesia, sobre todo en las generaciones más jóvenes. Al respecto, Alejandro, desde su área de estudio, lo asocia a la saturación de cultura popular que vemos hoy en día en los medios.
Esto despierta un nuevo interés “por expresiones culturales menos familiares, es decir, diferentes. Destaco este término porque es clave”. Y prosigue, “esta búsqueda de diferencia adquiere múltiples formas”, una de ellas la añoranza por “expresiones culturales y musicales del pasado remoto, que también son muy distintas de las actuales”. Así se explica un “renacer del interés hacia la música clásica y especialmente ‘antigua’ o barroca entre la juventud chilena, algo que sorprende a los intérpretes extranjeros que visitan el país”.
En este sentido, el trabajo de preservación que se realiza en la Catedral de Santiago resulta fundamental para conservar y permitir recuperar una variedad de repertorio sacro invaluable.
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Foto Portada: Gentileza de Karina Fuenzalida