La Catedral de Santiago, viendo la necesidad de acoger a las personas que día a día se acercan a nuestro templo, muchas sumidas en problemas y soledad, ha impulsado este espacio eclesial de escucha y ayuda en un ambiente de respeto y confianza.
“Instancia para que cuenten su vida, sus problemas o lo que les surja en el momento”, nos dice Madeleine Oliger, voluntaria que integra este equipo destinado a escuchar, “momento sagrado en que el Espíritu Santo es el que guía la conversación”.
Para Madeleine esta labor se ha convertido en un constante aprendizaje, “muchas veces termino una escucha y me doy cuenta de que la persona me ha enseñado más a mí que yo a ella. Me ha tocado personas que viven una vida muy miserable, pero tienen una fe en Dios y la Virgen que son admirable”. Fortaleciendo así su propia vida espiritual por medio de estos testimonios.
“En la Pastoral de la Escucha, podemos experimentar en primera persona el descalzarse para entrar con mucho respeto y cuidado en el ‘terreno sagrado’ que es el corazón de las personas que nos comparten sus problemas, sentimientos, emociones, miedos, angustias”, nos detalla la comunidad de Hermanas y laicas misioneras de Misión Gran Río, qué movidas por su carisma y constatando que mucha gente vive sola y/o agobiada, necesitando ser escuchadas, no dudaron en sumarse a este apostolado para anunciar el evangelio, llevar consuelo y testimoniar la caridad de Cristo por todos.
“La gente reconoce la presencia de Dios y vuelven agradecidas, el problema puede estar, pero lo van asumiendo con fe”, detalla la Hermana Marcela Ponce MgR.
Aunque nos señala Madeleine que “la mayoría de los frutos no se ven y tampoco somos testigos de ellos, ya que cada persona la recibimos solo una vez, muy pocas se han repetido”. Pero se puede notar en sus caras, en sus sonrisas, que “se van más agradecidas, felices, tranquilas y esperanzadas de como entraron a la Catedral”.
“Ahí está el misterio y lo maravilloso de este apostolado que uno sabe y confía que el Espíritu de Dios seguirá guiando y acompañando a cada persona. Además, nosotros seguimos rezando por ellas”, expresa Madeleine.
En cuanto a su experiencia, la Hna. Marcela Ponce nos cuenta que “se acercan, todo tipo de personas, de distintas edades y realidades, de distintas condiciones sociales”. Y añade, “hay mucha gente que no tienen una red de apoyo familiar, de amigos y encuentran en este espacio, un lugar, una instancia muy positiva”. Con nosotras “se sienten acogidas, escuchadas, respetadas como personas que necesitan ayuda y comprensión; sin miedo a ser juzgada o rechazada por sus problemas”.
Vemos también “personas alejadas de la Iglesia, que están de paso por la Catedral y al encontrarse con este espacio, manifiestan sus dudas e inquietudes sobre la fe u otros temas existenciales”, precisa.
“Nos conmovemos con muchas de las situaciones que escuchamos”, expresa la Hermana Marcela, pero aun así es una labor “muy enriquecedora, muy positiva, muy bonita”, una experiencia de servicio “que implica una escucha atenta, poner todos nuestros sentidos en este apostolado al que Jesús nos llama, como una obra de misericordia, de mucha entrega. Sentimos que Dios nos da la disponibilidad del Espíritu Santo para hacerlo y ponernos en el lugar de la persona que está enfrente, y con su ayuda podemos dar alegría a todos los que nos pone en el camino”.
Otro aspecto a destacar de esta pastoral es el trabajo en equipo en colaboración con el Padre Andrés Ariztia, Canónigo de la Catedral, ofreciendo un seguimiento y acompañamiento espiritual en casos que se requiera.
Si sientes la necesidad de hablar con alguien, de desahogarte, de buscar consuelo. No dudes en entrar a la Catedral, nuestros voluntarios estarán allí dispuestos a escucharte.
Horarios Pastoral de la Escucha