En agosto, nuestra Catedral Metropolitana cerró sus puertas a los fieles y visitantes habituales para abrirlas a los más pobres, los olvidados y excluidos de la sociedad.
Ellos son el tesoro de la Iglesia que estamos llamados a cuidar, más aún en este mes de agosto en que en torno a la figura de San Alberto Hurtado se nos invita a vivir, en nuestro día a día, “la solidaridad”.
Con esa misión y con la ayuda de decenas de voluntarios, la mañana del pasado miércoles 14 de agosto, ofrecimos a cada uno, un plato de comida caliente, junto a ropa de abrigo nueva. Todo en un clima de cariño y acogida que llenó de alegría el interior de la Catedral.
Revisa a continuación algunas de las imágenes que nos dejó este almuerzo solidario. Y te invitamos a no olvidar sus rostros agradecidos, teniendo presente en tus oraciones a cada uno de estos hermanos y sus necesidades.